V Domingo de Pascua, solemnidad
(19 de mayo de 2019)
Laudes
V/. -Señor, Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Invitatorio
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores
a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo
con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su
mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el
mar, porque él lo hizo, /la tierra firme que modelaron sus manos.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: "Es un pueblo
de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi
cólera que no entrarán en mi descanso."»
Verdaderamente ha resucitado el Señor.
Aleluya
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Himno
Cristo, alegría del mundo, resplandor de la gloria del
Padre.
¡Bendita la mañana que anuncia tu esplendor al universo!
En el día primero, tu resurrección alegraba el corazón del Padre.
En el día primero, vio que todas las cosas eran buenas porque participaban de
tu gloria.
La mañana celebra tu resurrección y se alegra con claridad de Pascua.
Se levanta la tierra como un joven discípulo en tu busca, sabiendo que el
sepulcro está vacío.
En la clara mañana, tu sagrada luz se difunde como una gracia nueva.
Que nosotros vivamos como hijos de luz y no pequemos contra la claridad de tu
presencia.
Salmo 62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant: El que tenga sed, que
venga a beber de balde el agua viva. Aleluya.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está
sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia
vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de
enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas
canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El que tenga sed, que
venga a beber de balde el agua viva. Aleluya.
Daniel 3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant: Rendid homenaje, al
Señor, que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales. Aleluya.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón,
bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los
siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos
por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
Ant: Rendid homenaje, al
Señor, que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales. Aleluya.
Salmo 149: Alegría de los santos
Ant: Los fieles festejan la
gloria del Señor. Aleluya.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su
Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos
filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando
a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los fieles festejan la
gloria del Señor. Aleluya.
Lectura Hch
10,40-43
Dios
resucitó a Jesús al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a
los testigos que él había designado; a nosotros, que hemos comido y bebido con
él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne
testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de
los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el
perdón de los pecados.
V/. Cristo, Hijo de Dios
vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
R/. Cristo, Hijo de Dios
vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
V/. Tú que has resucitado
de entre los muertos
R/. Aleluya, aleluya.
V/. Gloria al Padre y al
Hijo y al Espíritu Santo
R/. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Aleluya, aleluya.
Cántico Ev.
Ant: La señal por la que
conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros. Aleluya.
†
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha
visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la
casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por boca de
sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los
que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa
alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le
sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a
preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de
lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para
guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: La señal por la que
conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros. Aleluya.
Preces
Oremos a Cristo, autor de la vida a
quien Dios resucitó de entre los muertos, y que por su poder nos resucitará
también a nosotros, y digámosle:
Cristo, vida nuestra, sálvanos
·
- Cristo, luz esplendorosa que brillas
en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto, concédenos
vivir hoy en tu alabanza.
·
- Señor Jesús, que anduviste los caminos
de la pasión y de la cruz, concédenos que, unidos a ti en el dolor y en
la muerte, resucitemos también contigo.
·
- Hijo del Padre, maestro y hermano
nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, enséñanos
a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.
·
- Rey de la gloria, esperamos anhelantes
el día de tu manifestación gloriosa, para poder contemplar tu rostro y
ser semejantes a ti.
Digamos ahora, todos juntos, la oración
que nos enseñó el mismo Señor:
Padre nuestro
Final
Señor,
tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos
siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo,
alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
Amén
Corazón de Jesús
Ven Espíritu Santo inflama
nuestros corazones en las ansias redentoras del Corazón de Cristo para que
ofrezcamos de veras nuestras personas y
obras en unión con Él por la redención del mundo
Señor mío y Dios mío Jesucristo por el Corazón
Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre en
tu Santo Sacrificio del altar con mi oración y mi trabajo sufrimientos y
alegrías de hoy en reparación de nuestros pecados y para que venga a
nosotros tu Reino
Te pido en especial Por el Papa y sus
intenciones Por nuestro Obispo y sus intenciones Por nuestro Párroco y sus
intenciones
Oh Dios, que en el corazón de tu Hijo, herido
por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos
que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida
reparación.
Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.
ORACIÓN DE SAN IGNACIO
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y
mi poseer.
Vos me disteis, a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro: disponed de todo según Vuestra
Voluntad.
Dadme Vuestro Amor y Gracia, que ésta me basta.
Amén.