domingo, 12 de mayo de 2019

ECOS DE FRATERNIDAD - Reunión comunidad, viernes 10 de mayo de 2019 (Parroquia de Santo Tomás)


ECOS DE FRATERNIDAD
Reunión comunidad, viernes 10 de mayo de 2019 (Parroquia de Santo Tomás)

Lectura del santo evangelio según san Juan (10, 27-30)
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

Este evangelio a pesar de ser corto y bien conocido, siempre desvela la novedad del mensaje de Jesucristo. En él se pueden descubrir ideas desde diversos aspectos de la verdad. Se puede hacer un análisis teológico sobre la afirmación “Yo y el Padre somos uno” que nos adentra en el misterio de la Santísima Trinidad. Nos recuerda que nuestro destino y de toda la humanidad es la Vida Eterna. Que no debemos huir de pensar en la muerte que es la realidad más presente y palpable a vuestro alrededor, aunque en muchas ocasiones vivamos de espalda a ella. Meditar sobre la muerte y sobre la vida eterna condiciona nuestro estilo de vida y nuestra existencia.

No hay espacio para el temor porque es el mismo Dios quien nos da la Vida Eterna, quien enviando a su Hijo, con su pasión, muerte y resurrección nos alcanza la salvación por sus méritos. Esta convicción nos abre a una confianza absoluta en Dios, una confianza en que Él está a nuestro lado aunque en ocasiones no nos demos cuenta o no lo sintamos. La “confianza” es el resumen de este evangelio, pues la iniciativa siempre es de Dios.

En este Evangelio, meditándolo de manera sobrenatural, descubrirnos todo un estilo de vida, todo un itinerario para la vida cristiana. “Mis ovejas escuchan mi voz”. El comienzo de todo nos son nuestras actitudes, sino su Palabra que se hace presente y proclama su Evangelio. Lo primero en el proceso de “hacerse cristiano” es escuchar Su voz. Pero, ¿dónde escuchamos Su voz?. Su voz es su doctrina, su mensaje; es Él mismo. Para conocer Su doctrina tenemos que acudir a tres fuentes: la Palabra de Dios, el Magisterio de la Iglesia y la Tradición.

“Y yo las conozco”. Conocer es establecer una relación de amistad. En el proceso de “hacerse cristiano” tiene un papel fundamental la oración, el dialogo con Jesucristo, la escucha ante su presencia en el Sagrario. La garantía de la fecundidad de nuestra acción apostólica está en la oración. La fecundidad de las acciones de nueva evangelización está en la oración. Este encuentro de relación con Cristo se realiza de manera especial en los Sacramentos. Cada Eucaristía, cada confesión es una cita con Jesucristo, donde él nos comunica su gracia, donde Él nos comunica su sabiduría, dónde Él nos transmite sus sentimientos y su estilo de vida.

“Y ellas me siguen”. Consecuencia de conocer Su doctrina y de relacionarnos con Él es optar, desde  la libertad por ser sus seguidores, sus discípulos misioneros, sus apóstoles. Jesús envía a sus discípulos a evangelizar, Jesús nos envía a nosotros a evangelizar. Cuando emprendemos una actividad evangelizadora no somos más que “enviados” por Él, somos nada más y nada menos que sus instrumentos para llegar a todos.

“Y yo les doy la vida eterna”. Por medio de este proceso Jesucristo nos va configurando, nos va identificando con sus pensamientos, con sus sentimientos y con sus acciones. Nos da vida eterna, nos hace otro Cristo, nos hace santos. Nos va anticipando la vida del mundo futuro que nos espera. Porque “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1Tm 2,3-4).
“no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre”. Estas palabras que nos dirige hoy también a nosotros nos llenan de confianza. Sabemos que Él cuida de nosotros, que nos acompaña en todo momento. Que está presente en los momentos de paz interior, en los momentos de grandes pensamientos y sentimientos. Pero sabemos que también está presente (tal vez más presente) en los momentos de zozobra, de tempestad, de dificultades. La confianza nace de saber que caminamos de Su mano y que “nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre”

Escuchar su voz, conocerle, seguirle, ser “otro Cristo”, nos lleva a vivir en comunidad. En la comunidad también escuchamos Su voz. En la comunidad también profundizamos en su conocimiento porque él está presente en medio de quienes se reúnen en su nombre. Y es en comunidad donde somos enviados a evangelizar. No tenemos más que fijarnos en el cenáculo para ver el ejemplo de una comunidad orante que sigue a Jesucristo y que, de la mano de María, aprende a realizar lo que Él nos dice.

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